¿Un orgasmo? Sí, por favor

Este mes, agosto, es especial para el sexo femenino. El día ocho se celebra el Día del Orgasmo Femenino, y aunque no soy de celebrar mucho los días que se marcan en el calendario (el día de la croqueta o el día del cómic), no haré lo mismo con este, y pienso GRITAR que es el mejor día del año.

Sería demasiado fácil llegar a un local y que nos preguntaran: "¿Un orgasmo?". A ello, la mayoría de mujeres contestarían que no y la mayoría de hombres que sí. El motivo, la educación sexual y social recibida. 

De forma general y abarcando todos los géneros, hablar de orgasmo supone hablar de placer, y este es más complejo de lo que imaginamos, y más cuando es un tema que, aunque haya libertad, está tachado por escandaloso. A lo largo de los años se ha hablado poco y en muchas culturas y religiones está prácticamente vetado o con sus "normas". Y no, al placer no se le debe de poner normas. 

Cuando nos explican la reproducción humana no se habla del placer y cuando llega el momento de la fecundación, el único que disfruta en los libros de texto es el hombre, que consigue poner su semilla en el vientre de la madre, o lo que es lo mismo, consigue su orgasmo. 

Si el placer está coartado ni hablemos del placer en las mujeres. En ninguno de esos libros "educativos" hablan de la importancia del orgasmo femenino para la fecundación, y como gracias a este los espermas pueden llegar más rápido y más fácil hasta el óvulo a fecundar. ¿Que cómo? preguntaréis los que no lo sepáis. Pues gracias a las contracciones vaginales que el orgasmo provoca y que se supone que nuestra pareja debe sentir, no siempre en la misma intensidad, pero algo sí, que no os engañen.

Si dejamos de lado la reproducción, nos centraríamos en el placer, que debería tener mayor peso dado que el 90% de las veces que se mantienen relaciones sexuales, si no más, es por puro placer. Pero si nos centramos en él la mujer está más lejos de conseguir su orgasmo. 

Tras un proceso arduo de información, el porcentaje de mujeres que consiguen llegar al clímax durante una relación sexual es menos de la mitad que los hombres (los datos varían en parejas homosexuales). Y digo yo: ¿no es una pena? Aprender a disfrutar debería ser la primera asignatura que nos enseñen en el colegio, y no digo solo sexualmente, hemos perdido la capacidad de disfrutar de muchas cosas. Pero en el tema que nos atañe, la mujer viene de un pasado de represión, falsas hipótesis y mala educación sexual.

Nos enseñan cómo cambiarnos una compresa o cómo prevenir un embarazo y piensan que lo han explicado todo. No cuentan que el orgasmo femenino no viene por la penetración (en el 81% de los casos así es) sino que siempre, repito siempre, es un orgasmo clitoriano, aunque nos siguen vendiendo que somos muy raras aquellas mujeres que no tenemos un orgasmo vaginal, y no saben que es porque este no existe. Lo aclaro para no hacer que decaiga algún ego: el clítoris por dentro del pubis alcanza un tamaño similar o mayor a un pene y, en algunos casos, llega a las paredes de la vagina, de forma que con la fricción de las mismas se consigue estimular el clítoris desde dentro y llegar al clímax (es lo que se supone orgasmo vaginal). Vamos que en el caso de las mujeres el tamaño sí importa y son pocas las agraciadas. El resto debemos conformarnos con un amante inteligente para llegar al orgasmo.

Y ¿dónde está la inteligencia de la pareja? Si se conocieran estos datos desde hace siglos, nos hubiéramos evitado montones de mujeres histéricas o como se conocen vulgarmente "malfolladas". Lo abríamos hecho si nuestras parejas se hubieran preocupado de estimular ese órgano que queda fuera de la vagina. 

Con esta información, que me parece básica y crucial, y que animo a que se transmita, es necesario que se sepa: hemos fingido muchas veces. Lo siento, pero es así. No nos quedaba más remedio para evitar una caída emocional de nuestras parejas y para que nosotras mismas nos sintiéramos menos decepcionadas con lo que esperábamos del sexo. Con lo poco que conocemos, y lo que se ve en televisión era fácil suponer que tras un par de embestidas nos tocaba gritar como locas y bufar como toros. Pero por fortuna, espero que a partir de este día en el que celebramos el orgasmo, nos atrevamos a cambiar: a tocarnos, a conocernos y lo que es más importante, a exigir a nuestras parejas que queremos lo que nos corresponde, nuestro orgasmo, nuestro placer.


Marta Monroy

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