Vergüenza, amor y sexo

Primero es una mirada, luego una sonrisa, un cosquilleo y la vergüenza de sentirse observado. Sí, la atracción es así y nos hace más tímidos que nunca llegando incluso a costarnos horas, días o semanas dar un paso por eso que deseamos. 
Cuando queremos algo solemos intentar conseguirlo, pero en cuestiones de relaciones ese sentimiento de vergüenza nos invade. ¿Por qué? Tengo una respuesta de la que estoy casi convencida: el miedo.
Cuando alguien nos cae mal no tenemos reparo en hacérselo saber. Mostramos ante esa persona nuestro peor yo e incluso nos atrevemos, en ocasiones, a expresárselo con las mejores palabras, con las más afiladas e hirientes. Una pena que no seamos capaces de hacer lo mismo cuando es la atracción o el amor el que nos llama. 
El miedo a que nos diga que no, a que nos rechace de la manera más ruin o a que se ría de nosotros, nos lleva a frenar en nuestros actos. Luego, el tiempo es el que nos dice qué hemos hecho mal. ¿Nunca te has planteado que podrías haberte atrevido a hablar con aquel chico o aquella chica que vistes en el autobús y que te gustó? ¿No te recuerda la vida que si te hubieras atrevido habrías ganado tiempo con tu pareja actual? Pues sí, perdemos oportunidades y tiempo. 
Toda esa vergüenza, ese freno, ese miedo desaparece cuando tenemos la certeza de que el rechazo no llegará. Y más aún cuando sabemos que quiere lo mismo que queremos nosotros.
En la intimidad, en el sexo, puede comparar lo mismo. Se viven relaciones sexuales en las que sí, en las que los roces son tímidos y precavidos; pero en otros casos es la pasión, la tensión acumulada o el deseo más primario el que gobierna y está se vuelve ruda, intensa, mágica. 
Y sí, ¡cuánto nos estamos perdiendo por el miedo! Con lo bonito que sería que odiar nos diera vergüenza y que amar nos liberara de ella.  

Gracias por tu tiempo.

Comentarios

Formulario de contacto

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *

Entradas populares