Entre sábanas

 Una vez me dijeron que las relaciones de pareja se empiezan y se terminan en la cama. Ahí donde a todos nos gusta estar más de una vez a la semana, y que no sea solo para dormir, para eso ya se da por hecho. 

Volviendo a la frase, nunca entendí del todo su significado, o más bien no lo sentí del todo, hasta que la conocí a ella. 

Solo me costó un poco de trabajo el convencerla para tomar algo a solas. El grupo de amigos en el que nos movíamos ambos nos impedían intimar, por eso mi necesidad de alejarla un poco de esa compañía.

Lo conseguí un par de semanas más tarde y después de casi catorce salidas en comuna. ¿Dónde la llevé? A la cama. Que conste que primero cenamos, e incluso la invité. Pero ni que decir que la finalidad era acabar entre las sábanas. Allí la atracción, esa sensación que me hacía mirarla entre todas las demás, se intensificó, puede que porque estaba sola, pero creo que me entiendes si te digo que fue algo más, algo que me dijo que aquel polvo sería algo más de lo que tenía pensado. 

No me equivoqué. El sexo fue más de lo más o mejor de lo mejor, como quieras entenderlo. Fue brutal, loco y divertido. Nunca había tenido un sexo divertido con nadie. 

Salí de aquella cama seguro de que quería repetir y casi convencido de que Lourdes era diferente. Era esa mujer divertida y risueña que te hace quererla. Fueron muchas las veces que repetimos aquel encuentro. En cada uno de ellos aprendíamos algo más del otro, otra forma de provocarnos placer o de conquistar un poco más de terreno corporal. Incluso me atrevo a decir que aprendí hasta de mí mismo, ya que me hizo cosas que nunca pensé que me gustarían.

¿Cómo terminamos Lourdes y yo? Pues eso es otro cantar. Puedes pensar que solo fuimos eso, una numerosa lista de relaciones sexuales, de encuentros en cama y que todo terminaba cuando salíamos de ella. O puedes pensar que sigue a mi lado, enredándose en mis piernas y confesándome entre sábanas sus inquietudes mientras nos damos cariño. Por mi parte hay días que somos las dos cosas y otros que solo una de ellas.

Relato Entre sábanas

Marta Monroy

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