Un poco de educación sexual: Sabemos qué, fallamos en cómo

Tendemos a saber con precaria edad ciertos conceptos sobre sexo. De bien pequeños, la curiosidad por saber de dónde vienen los niños nos hace elaborar preguntas que por alguna extraña razón, muchos críos ven como difíciles de pronunciar. Alrededor del tema, y especialmente por la reacción de progenitores y adultos que rodean al niño, tenemos una gran tendencia a estigmatizar el asunto. Creamos a su alrededor un halo de misterio, lo convertimos en conversaciones escuetas, y en muchos casos, nulas.

¿Cuál es el problema de todo esto? Generamos una curiosidad excesiva en los niños que se despierta con sus primeras hormonas. ¿A qué les lleva? Si los padres y adultos que lo rodean no son claros y naturales en sus respuestas, nuestra propia actitud los lleva a buscar en internet la solución a sus dudas, y no, no es este el mejor de los caminos.

Me atrevería a decir que si los adultos habláramos de forma misteriosa, eludiéramos preguntas y callaremos cuando se acercan los niños de cualquier otro tema (por ejemplo, las raíces cuadradas), en minutos estaría internet saturado por la búsqueda incesante de esta temática. ¿No crees?

Situémonos en el momento que estamos, en pleno siglo XXI, periodo de comunicación e información excesiva, de cambios sociales, de género y sexuales. ¿Debemos cambiar la educación sexual? Está clara la respuesta: Sí.

No podemos centrarnos en contar que el sexo es el medio reproductivo de la raza humana, debemos añadir que el placer también entra a formar parte de ese mundo sexual que vivimos los adultos, porque sentir placer no es negativo. Se lo hacemos negativo nosotros mismo. Puntualizamos que se hace para tener bebés, y la mayor parte de las veces lo hacemos por puro placer, por el mismo que un día moverá sexualmente a tu hijo o hija, sobrino o sobrina, primo o prima... Debemos descartar explicaciones simplistas de solo se hace cuando te casas y más porque hay hijos de padres que nunca se casarán y que oyen esas palabras cuando niños pensando que son fruto de algo negativo. 

Párate a pensar qué quieres para la nueva sociedad. Yo lo tengo claro. No quiero progresos falsos, no quiero etiquetas a cada una de las relaciones que puedan establecer mis hijos, mis sobrinos, mis amistades, mis vecinos... No. Quiero que sepan por qué lo hacen y cómo lo hacen. Quiero que su consentimiento, sea cual sea su práctica sexual, esté por encima de todas las cosas. Su consentimiento, y su propio placer. No creo que haya nada malo en ello y por muy "progresista" que nos creamos, siguen dándose muchísimos casos de falta de información por parte de las figuras paternas sobre este tema. Una información que pase de qué es (acto, enfermedades de transmisión sexual, prevención) a cómo le explico a mi hijo la amplitud sexual que existe y el acto placentero que supone.

Espero que esto cambie.


Gracias por leerme.

Para más información recomiendo un libro de Educación Sexual: Cómo hablar de sexo. Del qué al cómo.

Comentarios

Formulario de contacto

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *

Entradas populares